El Narciso en su opini n es una obra teatral del dramaturgo espa ol Guill n De Castro, uno de los principales exponentes del Siglo de Oro de la literatura espa ola. Esta obra se centra en el retrato de un gal n presuntuoso y narcisista, un petimetre que est constantemente absorto en su propia imagen. Es un personaje que se muestra pagado de s mismo y, en cierto sentido, algo provinciano, siempre pendiente de su espejo y de su presunta capacidad para seducir.
La Jornada primera nos introduce a Don Gutierre y su lacayo Tadeo, que en un di logo humor stico y sat rico exponen las frivolidades del protagonista. Gutierre est obsesionado con su apariencia, hasta el punto de que se mete en discusiones con su lacayo sobre su ropa y sus zapatos. Tadeo, por su parte, aprovecha cada oportunidad para burlarse de las man as de su se or, haciendo comentarios mordaces que demuestran la superficialidad de Gutierre.
El personaje de Gutierre simboliza el extremo del narcisismo y la obsesi n en una sociedad que valora en gran medida las apariencias. Tadeo, con su sarcasmo y su ingenio, act a como un contrapunto que resalta a n m s la vanidad de su amo. Su car cter ir nico tambi n sirve para cuestionar la superficialidad y el materialismo que a menudo dominan las relaciones sociales, mostrando que la aut ntica sustancia de una persona va m s all de su fachada exterior.
Esta obra, en su sencillez, ofrece una cr tica aguda de una sociedad obsesionada con las apariencias y pone en tela de juicio los valores que sostienen tales obsesiones. A trav s de di logos ingeniosos y personajes bien construidos, Guill n de Castro consigue que el espectador reflexione sobre la vanidad y la futilidad de vivir una vida centrada nicamente en uno mismo.
El Narciso en su opini n es una obra que, a pesar de su tono humor stico, plantea cuestiones serias sobre la naturaleza humana y la sociedad. Es un estudio agudo de la vanidad y la presunci n, y su relevancia se extiende m s all de la poca y el contexto en el que fue escrita. Con esta obra, Guill n de Castro a ade otra capa de profundidad a su ya rica y diversa producci n literaria, demostrando una vez m s su habilidad para explorar los recovecos m s oscuros y complejos del alma humana.