Juan Gadelha no encuentra justificaci n a las acusaciones y sufrimientos que le desgarran el alma. A pesar de todo, no se queja. A qu se debe tanta renuncia? l no lo sabe, pero su pasado en la Francia del siglo XVIII, como Henry John Stanford, tiene la respuesta que en el fondo tambi n intuye hoy: marcas de cuando, egoc ntrico y arrogante, lleg a Par s. Con carros repletos de mercanc as producto de enga os y estafas, Henry no tuvo l mites para satisfacer sus deseos, apoderarse de fortunas o incluso poseer a la bella y comprometida Madelaine, de quien se hab a enamorado. Inimaginables son los caminos que recorre hasta que toma conciencia que la vida que otorga derechos tambi n exige xitos.