Ser Guerrero Del Libertador : Biografia Militar de Simon Bolivar [Spanish]

Contemplar la trayectoria humana de Sim?n Bol?var y sumirse en las profundidades de su vida, densa en oscilaciones que van pendularmente del ?xito al fracaso, es advertir como el hombre traza su biograf?a a tajos de espada, que le abren el camino hacia los m?rmoles y el bronce.Su esp?ritu hoguera crepitante en inextinguible combus-ti?n se muestra como poliedro de espejos al ser herido por la luz. Cada faceta es un destello. Hay all? el forjador de naciones, el estadista, el militar, el revolucionario, el conductor de ej?rcitos, el jurista, el gobernante, el constitucionalista, el vidente que se anticipa a su ?poca en colosal delirio que abarca un continente.Sin embargo Bol?var es, antes que nada, producto y conse-cuencia de la guerra. Quince de sus cuarenta y siete a?os transcu-rren en medio de las armas, estremecidos por su estruendo y sus destructores efectos. Guiando ej?rcitos por las soledades de p?ra-mos y llanuras, de extensiones selv?ticas o des?rticas. Luchando siempre. Enfrentando a la adversidad que parece sino invencible, hasta que su empecinamiento acaba por imponerse al infortunio.Bol?var construye su historia a lomo de un caballo de gue-rra, que cubre a paso nervioso la dimensi?n de medio continente. Todo en esa historia es combate intenso, tenaz, insomne, por arrancar de los poderes dominantes a una patria y asentarla sobre la tierra hostil. El ?spero camino es violento batallar. Hay instantes en que el tropel de fuerzas desatadas contra las cuales libra duelo de gigantes, dibuja pasmoso contraste entre la fragilidad de su ser enjuto y la potencia del hurac?n que descuaja hombres y destruye ej?rcitos. Es entonces cuando Bol?var es llevado a empellones, des-hechos los sue?os y rota la espada, al fondo tenebroso de la derro-ta. Los desastres se suceden en su existencia de luchador, con pertinacia que ser?a capaz de aniquilar cualquier empe?o y someter la m?s arriscada voluntad.No as? la suya. No se entrega. No se somete. No sucumbe. Hab?a jurado sobre las ruinas eternas de Roma Imperial algo quedesde entonces, m?s que prop?sito, fue decisi?n suprema. Sobre el Monte Sacro pronuncia un voto que compromete la existencia del jovenzuelo inmaduro y andariego, v?stago afortunado y displicente del poder hereditario, con la m?s gigantesca empresa que podr?a presentarse a un hombre de su tiempo.Ese reto formidable es producto de un instante iluminado. Apenas inicia su peregrinaci?n por la vida y ya ha de acompasarla con la cadencia de la guerra. Crueles desgarraduras ir?n endureciendo su ?nimo y templando su voluntad. Cada derrota se traducir? en renovado empe?o. Cada victoria en nuevo impulso para avanzar por la ruta trazada con inquebrantable determinaci?n. As? hasta coronar la victoria y construir un mundo, ef?mero en su configuraci?n pol?ti-ca, pero durable en las edades como concepci?n integral, muchos de cuyos perfiles van hallando osatura con el desfile del tiempo.No dar reposo al esp?ritu ni quietud al brazo que empu?a el acero desnudo de su propia voluntad, implica lanzarse sin vaci-laci?n al torbellino de una guerra cruenta y brutal. Quien decide hacer de la batalla un destino ya no puede detenerse. Es la decisi?n suprema. Se adopta en el delirio como lo hizo el futuro Libertador, pero ha de adelantarse con realismo, al paso de las horas sombr?as o luminosas, seg?n la fortuna o el desastre coronen transitoria o definitivamente el denuedo de quien opta por ella.En la trayectoria guerrera de Sim?n Bol?var hubo tantas horas de derrota como de triunfo. All?, y en lograr que ?ste fuese definitivo y aqu?lla ef?mera, reside la verdadera dimensi?n de su grandeza. En la lucha infatigable v contra todo lo que se oponga en el camino de la victoria, esculpe su verdadera talla humana. Y porque el rev?s continuamente repetido arroja al n?ufrago semidesnudo sobre el Caribe de piratas y aventureros o lo envuelve una y otra vez en las tinieblas del desastre, es por lo que su gloria es m?s di?fana.