Europa, siglo XIII. Macabras tramas tienen lugar en la Abad a Benedictina, una orden religiosa imaginada por la gente com n como un santuario de modestos poderes y oraciones, donde se prescrib a a los monjes una vida de pobreza, castidad y obediencia. Pero lo que presenciaremos en esta obra es otro panorama de viles ilusiones, en el que la venganza y la persecuci n parecen traspasar los l mites de la vida f sica.
En medio de un ambiente de miedo y superstici n medieval, vemos surgir las actividades m s siniestras del plano extraf sico inferior a trav s de invocaciones, apariciones y obsesiones, interpretadas en su momento por hechicer a y rituales demon acos.
Dentro de los s lidos muros del r gido monasterio, comienza la conspiraci n de una organizaci n secreta, que revela el contraste entre la aparente gentileza cristiana y las acciones criminales de sus habitantes.
Narrada en forma de confesi n por Sanctus, un monje benedictino, por el conde de Mauffen (encarnaci n del temible emperador romano Tiberio) y por Rabenau (conde que luego regresar a como John Wilmot), la trama fue dictada por el conde, el propio Rochester, a la m dium Vera Kryzhanovskaia, en 1884, quien fielmente lo recopil , demostrando que la ascensi n espiritual es el resultado de mucho esfuerzo en afinar nuestras imperfecciones, a trav s de innumerables existencias, en las que las tentaciones son causas constantes de ca das espirituales.
Al final, nos quedan claros ejemplos de los v nculos imperecederos de la reencarnaci n, del rescate de odios pasados que enfatizan la necesidad del perd n como profilaxis m s activa para la elevaci n del ser humano en la escala de la perfecci n.
Leer Rochester es como entrar en un mundo m stico privado, donde la fantas a se fusiona con la realidad, demostrando que m s de lo que se sabe es lo que a n est por descubrir.