La Quimera (1905), junto con La sirena negra (1908) y Dulce due o (1911) se suele considerar parte de una especie de trilog a.
La Quimera, sin renunciar a un naturalismo de estirpe maupassantiano, est dominada por una est tica modernista, decadentista y simbolista, e incluso con influencias del naciente psicoan lisis. La Quimera, es una novela basada en la vida del pintor Joaqu n Vaamonde, protegido de do a Emilia.
En el pr logo de La Quimera la autora declara su intenci n de estudiar un aspecto del alma contempor nea, una forma de nuestro malestar, la alta aspiraci n del artista en la encrucijada del fin de siglo.
Considera do a Emilia, sin embargo, que el mal de Silvio Lago, nombre ficticio del pintor protagonista, era hasta cierto punto propio de las almas hipersensibles de aquella poca. Estas, por entonces, buscaban dar satisfacci n a sus anhelos espirituales o est ticos de muy diversas formas y desde diferentes perspectivas, a menudo dolorosamente y desde un exaltado idealismo.
Fue la propia autora quien en repetidas ocasiones indic que Silvio Lago era referencia literaria de un joven pintor gallego amigo suyo. Se trata de Joaqu n Vaamonde. Este pint un favorecedor retrato suyo del que se sent a especialmente satisfecha. El artista muri prematuramente en Meir s atendido por la madre de la escritora, tal como atestiguan las palabras de la novelista:
Un telegrama acaba de traerme la noticia de que ha muerto, en nuestras Torres de Meir s, el joven artista Joaqu n Vaamonde, arrebatado antes de cumplir treinta a os, por una enfermedad que el romanticismo hermose , pero que vista de cerca es espantosa: la tuberculosis.
(Pardo Baz n, 1900)