Palabrero (COLECCIÓN MUSEO SALVAJE) (Spanish Edition)

Posmoderno Her clito en su r o. Posmoderno r o que fluye en la pantalla; y este falso Her clito se moja y filosofa viendo. En la caja m gica que nos permite ver el r o, sin sonido, el r o pronuncia sus sentencias mudo; su silencio puede interpretarse como espurio s lo s que no s nada, mientras nos inundan las estrofas incendiarias e incendiadas de este Palabrero. Antes de beberse la cicuta, la voz po tica comparte su mon logo de avi n entre las islas. Bien mirado, este avi n no avanza ni tampoco se detiene.
Refranero en flujo libre de la relativa y animal ca da que condensa las centurias en un solo golpe de dados, este imperdonable preg n exhorta y, a la vez, derriba; de su propia libertad esclavo, se encarcela pero rompe las paredes (que es decir, en especial, la cuarta). Se sumerge y, a la vez, se desparrama. Sabio o leguleyo que propugna, pone en duda, pontifica y, a la vez, divaga. Boga y nada bajo el sol que se desborda, sobre un r o que se deflagra como los pa uelos de un ilusionista que es propenso al estornudo. El poeta crea en su voz un personaje: p gil azaroso y tr gico que rompe di(e)nteles de la imaginaci n, los mon tonos escaques del silencio, el lineal morir de los peri dicos; da (in)certezas; no reniega de su descontento con las leyes de la vida de la f sica ordinaria. Optimista descarrila las ruedas del imaginario colectivo, luego estrella el parabrisas de sus visionarios. Multiplica el horizonte; lo dibuja, si lo quiere, oblicuo. Tira por la borda el astrolabio de la Civilizaci n; y acomoda las constelaciones a su antojo. Puesta nuestra inteligencia en entredicho, nos incita cuando nos advierte. Ni o y viejo se reflejan simios, mientras el poeta nos miraba desde el fondo de un espejo que promete olvido.

ESSA LANDA