Sebasti n entr en mi vida en peque as e intensas dosis. Hasta que fui adicto.
Ahora, romper esa adicci n duele peor que cualquier cosa que haya pasado antes. Ya no s qui n soy, qui n era o incluso qui n quiero ser. Mi mundo est destrozado como los fragmentos de mi espejo roto. Y viendo un poco de m mismo en todas esas piezas, s que nunca volver a estar completo. No sin l. Raffael no cree en el cambio. En posibilidades. En nosotros. Mi coraz n sangra cuando me alejo, a pesar de que era necesario. Pero a veces todo lo que se necesita es echar un vistazo por encima del hombro para darse cuenta de que todav a no se puede dejar de pelear. Que tal vez la batalla valga la pena. Es cuando ves que el amor de tu vida te cuida... sin aliento.