En una gran hacienda, ubicada en la precordillera andina en el medio sur de Chile, naci y se crio Conrado, un ni o y, luego, joven, cuyas caracter sticas f sicas y sicol gicas difieren mucho del resto de su familia y de la comunidad escolar. l es de aspecto germano, rubio, de ojos azules y muy alto, a diferencia de los otros, cuyos rasgos son los propios de los chilenos y de sus ancestros mapuches.
Lo que, en sus primeros a os, era doloroso para l, por el bullying a que era sometido en su colegio, termina por transformarse en una obsesi n por entender de d nde le vienen sus genes n rdicos. Descubre, en un antiguo ba l, que le hab a pertenecido a su tatarabuela Frederika, que hab a llegado desde Europa a fines del siglo XIX, los primeros indicios sobre su origen. Ya plenamente involucrado con el conocimiento del pasado familiar, se forja un plan de vida, que incluye el estudio universitario de alem n e historia, con el fin de llegar hasta la fuente misma del extra o secreto, que se va dando a conocer a trav s de cartas y documentos de su bisabuelo Ladislao Eguiguren Montalva, quien hab a sido un miembro de la elite chilena en aquellos lejanos tiempos.
Poco a poco, se van descubriendo las facetas ocultas de la llegada de la tatarabuela a un lugar tan distante de su patria natal. En su exhaustiva investigaci n Conrado llega incluso a trasladarse a Europa, para reconocer el lugar de origen de su familia germana, y el azar lo lleva hasta la costa mediterr nea de Espa a, donde conoce a la juventud de la rancia nobleza a n existente y, en medio de ella, a su prima suizo-italiana, quien, no solo le facilita su investigaci n familiar, sino que, adem s, le brinda su apoyo frente a su padre, el duque de Starkenbach, quien se niega rotundamente a aceptar al advenedizo como miembro de su ancestral familia. Con ella, llega hasta el ancestral castillo de la familia en medio de los Alpes suizos, donde queda al descubierto un pasado de amores casi patol gicos y un s rdido drama familiar, en el que el joven se ve involucrado en cuerpo y alma.
Para mayor abundamiento, los dos j venes terminan enamor ndose y Conrad logra zafar a Elisabetta de su vida llena de excesos, como parte de esa juventud arist crata europea.